Sábado Santo (semana Santa 2021)


Sábado Santo, día de silencio, meditación y espera triunfal
(Escrito por Pedro Mira. *Católicos en acción*)

Cristo quiso vencer con su propio dolor el mal de toda la humanidad, esa es la razón de su muerte, y por esa razón la Iglesia guarda este “silencio”. El ambiente de luto que se percibe es porque el ser humano en lo más íntimo de su ser sabe que junto a Jesús, todos nuestros pecados han sido sepultados, ¿y por qué lo sabe? porque el ser humano es creación de Dios, y Él ha puesto en nuestra alma ese deseo.

En Sábado Santo “resplandece el misterio de la Cruz”. La cruz sigue en pie, pero vacía, el madero nos habla por sí mismo. Cristo murió por mí, la salvación me ha sido dada, es momento de volver a la casa del Padre. A pesar de ser un día silencio y meditación, un día en que el sagrario está abierto y vacío, no es un día en el que “no pasa nada”. La gran lección es ésta: Cristo está en el sepulcro, ha bajado al lugar de los muertos, a lo más profundo a donde puede bajar una persona, para llevar la luz de su Palabra a todos aquellos que están en la espera de la salvación.

 Este día de la “soledad” Cristo quiere visitar a todo aquel hombre que está en tinieblas, que está bajo el yugo de la muerte y el pecado para resucitarlo junto a Él; es más, Cristo quiere bajar hasta lo más profundo de nuestro ser para llevar la buena nueva a esos lados no tan buenos que cada uno de nosotros posee, por eso dio su vida, por una salvación integral de la persona.

Por eso el silencio y la soledad de este día es un llamado para abrir las puertas de tu corazón a Jesús; el silencio de este día es para que tú reflexiones sobre las áreas de tu vida que están en oscuridad, y le permitas al Señor yacente visitar esas habitaciones de tu vida por la que Él ya pagó el precio de tu rescate.

Al caer el sol, muchas parroquias inician sus vigilias, y el primer rito de la vigilia es la bendición del fuego nuevo, signo de la luz del resucitado. La esperanza ya no es latente, es una realidad, la muerte del Hijo de Dios no quedará consumada en el sepulcro. El silencio y la soledad que ha conturbado el día va desapareciendo, porque la luz de Cristo brilla sobre nuestra vida, sobre nuestras debilidades, sobre nuestras imperfecciones, ilumina aquellas situaciones que te causan pena y dolor. Por eso, lo lúgubre del sábado es más que necesario. 

Este día Cristo visita a todo aquel hombre que vive preso en las tinieblas, y si éste lo acepta  entonces, ¡resucitará!. La luz llegará a su vida y experimentará no solo la salvación obtenida por la Cruz, sino la plenitud de vida que toda persona anhela. 

El sábado Santo, es el preámbulo para la más grande y trascendental fiesta que el ser humano puede anhelar, y que es escándalo de los pueblos: “RESUCITÓ DE ENTRE LOS MUERTOS”

“Y si no resucitó Cristo, vacía es nuestra predicación, vacía también vuestra fe” 

 1Co 15,14

Hoy es Sábado Santo es María quien nos acompaña. María es la madre de la paciente espera, aunque está dolida por la muerte de su hijo. Ella fue la única que mantuvo viva la llama de la fe cuando Cristo fue sepultado.

Pese de haber visto todo el dolor del día anterior, su fe y su esperanza son mucho más grandes aún. Se mantuvo firme al pie de la cruz, aunque profundamente dolida. En esos momentos lo único que la sostuvo fue la fe. Y también la esperanza de que se cumplirían las promesas de Dios.

¿Que puedes decirle en oración  hoy a Mamita María?



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